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Vitral del pasado

Nunca se quedó atrás nuestro pasado:

tenaz, entre intervalos de aparente olvido,

nos fue siguiendo los pasos, furtivo

como un ladrón detrás de los árboles.

Pasajero invisible en los viajes,

se embarcó con nosotros

en los trenes y aviones

que por deseo o fuga abordamos.

En los cuartos de los hoteles,

tras el azogue de los espejos

registró celestinamente

los cuerpos prohibidos que amamos.

A menudo, es cierto, perdió el sentido

(no las huellas) de nuestro tránsito,

pero siguió, indigente, recolectando

fragmentos de cuanto vivimos.

Sólo bastó que llovieran los años

y nos volviéramos lentos

para sentirlo sobre la espalda, con su talego

de calamidades y milagros.​

© Eduardo Mitre, Vitrales de la memoria

© Edit. Pre-textos, Valencia, España 2007

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